Salvo el emprendimiento, toda oferta de trabajo pasa por una entrevista laboral. Muchos temen la escena de una mesa, dos sillas y una suerte de interrogatorio en el que puede más el nerviosismo que la preparación. Hay muchas herramientas, recomendaciones o “trucos” para pasar de manera exitosa una entrevista de trabajo. Sin embargo, este tipo de trámites tienen una salida mucho más fácil de preparar: consiste en no cometer los tres fallos que más veces se repiten.
- Tener una respuesta ensayada. Aunque existen tantas entrevistas de trabajo como puestos en el mercado, todas siguen un guion más o menos estructurado en el que sí o sí vas a tener que responder las mismas preguntas. Esto hace que muchos solicitantes de empleo se aprendan cómo salir airosos de estas preguntas y llevar preparadas desde casa cómo responder. Esta preparación, aunque lógica, deja entrever inseguridades y adaptación a un guion; en otras palabras: falta de espontaneidad, poca adaptación al cambio y demasiado interés en encajar más que en incorporarse. Por eso, lo mejor es la espontaneidad en la respuesta, tomarse la entrevista como una conversación más que como un interrogatorio.
- No investigar la empresa. Evitar los discursos de argumentario no significa no saber el core del negocio de la empresa con la que te gustaría unir tu vida laboral. Es bueno preguntar a empleados y ex empleados, así como saber la historia básica de la oficina. La fina línea entre aprender un argumentario y saber las líneas principales para poder desenvolverte en la entrevista es una fina cuestión en la que es bueno profundizar.
- No hacer preguntas. Que tengas miedo a la entrevista porque pienses que es un interrogatorio no debe repercutir en que tu comportamiento sea así. En una entrevista es tan bueno saber responder preguntas como saber formularlas con cabeza. Como decíamos al principio, la entrevista debe ser una conversación, un proceso bidireccional en el que la empresa aprenda y conozca al candidato y, sobre todo, viceversa.