Media Europa estará pendiente de lo que suceda en las elecciones generales que tienen lugar mañana en Holanda. Los comicios son los primeros de un año que se anticipa clave para conocer la deriva política que toma la futura Europa, tras algunos precedentes inesperados como el ‘Brexit’ o la victoria de Donald Trump en Estados Unidos.
Este 15 de marzo Holanda será la piedra de toque que medirá la fuerza entre una corriente que, sino nueva, si está con una fuerza que no se le presuponía hace algunos años. Los sondeos apuntan a que los dos líderes que se disputarán el poder a partir del 16 de marzo serán el actual primer ministro, el socialdemócrata Mark Rutte, y el líder del Partido por la Libertad (PVV), Geert Wilders.
Si bien parece improbable que el segundo gobierne el país (dado lo fragmentado del espectro político holandés y las negativas a apoyar un Ejecutivo del PVV del resto de fuerzas que previsiblemente tendrán representación tras las elecciones), no cabe duda del valor simbólico que la victoria de una fuerza contraria a la permanencia de su país en la Unión Europea podría tener.
Así, aunque Wilders defiende algunas medidas muy criticadas como son el cierre de mezquitas, la negativa a acoger refugiados o sus duras críticas a la población turca afincada en Holanda, quizás la decisión de mayor impacto inmediato que podría tener lugar en los Países Bajos es el conocido como ‘Nexit’.
El PVV defiende la salida de Holanda de la UE y ha aplaudido en numerosas ocasiones la decisión de los británicos de votar ‘SÍ’ al ‘Brexit’, la última en el debate de anoche entre ambos candidatos, en el que Wilders sostuvo que los holandeses serían “los dueños” de sus cuentas y de su país si finalmente el ‘Nexit’ sale adelante.
De producirse esta emancipación europea o, como mínimo, la victoria de una formación que aboga por ella, las consecuencias inmediatas serían imprevisibles (como ya lo fueron en los casos anteriormente citados), pero sí sentaría un precedente peligroso para el futuro de la UE en un año electoral muy intenso para el Viejo Continente, con las presidenciales francesas y las generales alemanas en el horizonte de 2017.
El propio Mark Rutte lo definió ayer en el debate a dos entre ambos candidatos a través de una metáfora futbolística: “Son los cuartos de final de la lucha europea contra el populismo. Las semifinales se jugarán en Francia y la final, en Alemania”.