Nombre: Javier Tello Vegas.
Edad: 42.
Ciudad de residencia: Actualmente Roma.
Puesto de trabajo: Secretario General Orden de Agustinos Recoletos.
- ¿Qué te trajo hasta aquí?
Dado que soy sacerdote y dependo del destino que me asignan mi superior pues esto es lo que me ha traído hasta esta ciudad desde el país anterior Venezuela donde pasé los últimos 13 años y antes desde España.
- ¿Cuánto tiempo llevas en esta ciudad?
Dos años cumplidos el 1 de junio de 2015.
- ¿En qué has trabajado?, ¿cuál es tu puesto actual?
En este momento me encargo de la secretaría general de la Orden de Agustinos Recoletos. Fue para este trabajo que me trasladaron hasta Roma.
Anteriormente, mis años en Venezuela, en distintos lugares, trabajé en colegios y universidad y, por supuesto también en nuestras parroquias.
- ¿Has ampliado tu formación aquí? Si es afirmativa la respuesta ¿por qué?
Ciertamente he ampliado muchísimo mi formación y sobre todo la forma de ver, desde otra parte del mundo, la realidad anterior en la que viví y como siempre la forma de ver el país de donde uno es, es decir, de mi tierra, de España. Siempre se aprende cuando se cambia de ambiente, por el simple hecho de que la vida, nuestra misma naturaleza, tiende a aprender por sí sola (desde las cosa más sencillas como las rutas de transportes, los lugares donde comprar lo más esencial hasta el aprendizaje de las formas y comportamientos que, con los que, casi sin quererlo, nos mimetizamos. Pero, además, en el ámbito mas académico o de formación específica, por llamarlo de alguna manera, también he avanzado. He alcanzado y sigo haciéndolo, conocimientos nuevos de áreas con a las que anteriormente no me había acercado. Por último otra de las formas en la que he ganado en este aspecto referente a la formación ha sido mediante la relación con otros compañeros que desempeñan tareas iguales a la mía. Creo que este es uno de los puntos que todos debemos poner en práctica, compartir conocimientos y asumir conocimientos de otros que trabajan en las mismas áreas que nosotros o que se mueven en los mismos ámbitos laborales.
- ¿Cómo ha sido tu experiencia en este destino?
Excelente, aunque al inicio siempre llega uno con sus ideas, casi preconcebidas, por el lugar (que conste que no me atraía para nada el trabajar en Roma) y también con sus ideales; esos sueños que uno lleva dentro y que le hacen proyectar el camino por el que le gustaría caminar.
Con el tiempo y el ir entrando en el ritmo de trabajo que me habían asignado fui dándome cuenta de la experiencia que estaba adquiriendo, de las posibilidades de ayudar y servir desde este lugar.
- ¿Qué problemas te has encontrado en tu día a día?
Sería falso decir que todo ha sido camino de rosas. No, no es así. El primer problema es la lengua. Nada más llegar te das cuenta de que aquello del anuncio que se escuchaba en España hace unos años de que el italiano: “è facile e divertente” no era exactamente así. Al inicio no entiendes y no te entienden. Es duro cuando intentas contar algo, cuando quieres expresar una idea y no tienes las palabras y te trabas. Hay momentos de esos en que te desanimas.
Otro de los problemas del cambio es el ritmo de trabajo, la comunidad, en mi caso, con la que tienes que vivir. Iniciar de nuevo relaciones, lazos de vida, amistad y confianza creo que es otro de los “problemas” (oportunidades me gusta llamarlas).
- ¿Lo recomendarías?
Sí, claro que sí. Me parece que, a pesar de tener que romper lazos de los que duelen; pues siempre dejas familia, amigos, relaciones… ir a otro lugar siempre enriquece y te da una visión distinta de la vida y de las personas.
- Cosas para la maleta
En los distintos lugares por donde me ha tocado pasar y tras el tiempo recorrido, me he ido dando cuenta de que hay algunas cosas que no debo olvidar nunca de meter en la maleta al cambiar de lugar, de país, de trabajo, de vida (suelen decir algunos).
Es cierto, como he dicho arriba, que mi caso es particular, mi lugar de vida y mi trabajo siempre va a estar “asegurado”. Asegurado en el sentido de que no me faltará. Sin embargo, no soy ajeno a la tristeza que supone para tantos tener que abandonar a los suyos, su tierra o sus raíces para buscar una vida mejor. Es distinto salir por que buscas aventura, por que quieres o por ampliar tus horizontes de formación que por obligación. Lo primero, no debería ocurrir nunca.
A pesar de esto, como decía, algunas de las cosas que voy aprendiendo a llevar en la maleta:
Apertura: reconocer que el mundo es más grande que mí mundo anterior. El lugar de donde vengo es pequeño. Esta es una idea importante. No pensar que mí pequeño mundo era EL MUNDO. Esto ayuda a reconocer el lugar donde llegas como posibilidad de vida y no como lugar de destierro.
Admiración: dejarse sorprender por la forma como los demás hacen las cosas, por la forma como, en el lugar al que llegas, actúan las personas: como trabajan, cómo piensan, como viven. Esto evita llevar siempre en lo labios aquella expresión de: en mi tierra, en mi casa, en mi…
Horizonte: no mirar a los pies, no mirar a un metro de donde estoy, mirar a lo lejos, mirar al horizonte. Esto ayuda a superar los momentos iniciales de dificultad, los momentos de tristeza por lo que queda atrás y las barreras que uno debe saltar, siempre, en el primer momento.
Hasta pronto amigos. Gracias por la oportunidad de compartir estas líneas y… nos vemos en el mundo, en este mundo del que todos somos pasajeros.