La pandemia ha descolocado el turismo y la manera de entenderlo. Atrás quedan las imágenes de la Fontana di Trevi repleta de deseosos de lanzar sus monedas, de las colas para subir a la Torre Eiffel o de las masas de turistas que cada verano recorrían el Mediterráneo a bordo de un crucero. Aunque hablemos de “nueva normalidad”, todos sabemos que, en cuanto al turismo, aún queda mucho para que todo vuelva a ser como antes.
Es importante que aceptemos que, el turismo tendrá que reinventarse y amoldarse a la era del covid-19. Para Andrés Jaque, director del Programa de Diseño Arquitectónico Avanzado de la Universidad de Columbia, lo que viene será “un modelo de convivencia socio-ecológica, basado en el cuidado mutuo entre las comunidades humanas y el medio ambiente”. El turismo dejaría de formar parte de esa cadena de consumismo rápido y sin filtro, para convertirse en “una actividad vinculada al mantenimiento de redes de afectos y de colaboraciones laborales, culturales y de activismo ciudadano a largo plazo”. Este planteamiento, suena hasta esperanzador.
La desaceleración que estamos viviendo se debe más que a nada al descenso de ingresos y de caída económica generalizada. Por eso, Philipp Weghmann cree que menos ingresos y menos vuelos, llevarán a un menor turismo de masas pero, en cambio, a un resurgir del turismo nacional y rural. Mientras que otras tendencias vendrán con fuerza “el ecoturismo seguirá creciendo. Spa, bienestar, yoga, meditación… serán una parte integral o la única razón de muchos viaje de placer. Los viajeros buscaran empresas que practiquen la sostenibilidad tanto en el medio ambiente como en la comunidad”.
En resumen, aquello de hacer colas, de conseguir la foto perfecta sin que nadie pase por delante del objetivo o el tener que reservar con meses de antelación parecen ya anécdotas del pasado. Habrá recuperación del sector, aunque ahora parezca muy lejana.