El estallido de la burbuja inmobiliaria empujó al arquitecto José María Iglesias a buscar trabajo lejos del estudio donde había desarrollado su carrera. La construcción de un estadio de fútbol le llevó hasta Bagdad, Irak, una ciudad herida desde hace más de una década por los atentados suicidas perpetrados por la insurgencia suní, hoy liderada por el autodenominado Estado Islámico.
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